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miércoles, 31 de marzo de 2010




¿Quién era mi dulzura?
te llevaste mis labios con tu amargura.
te dejaste caer entre la discordia temporera.
Caímos juntos mientras saludaba el sol.

Te alcé una mano, de afirmaste de mi codo.
Me diste mariposas.
Mariposas vomité en tus cabellos que
formaban pelotas en mi pecho.

Enredaderas mentales, las peinamos.
Las limpiamos y dejamos rojas.
Un corte sutil, una mirada desabrida.
Una invasión de agua podrida.
Que triste es mi vida.

Sin pluma ni aire no sirve la tinta.
La hoja no será más que mano cortada
por inservible que nació. No vivió.
O si?

¿Quién es ahora esta amargura?
la tempestad de mi locura
en un tornado de emociones.
Fotografiamos los hélices potentes
del sonido invasor.

Vete.
volverás ?
Que así sea, ni yo me entiendo,
no quiero tampoco, ahora vete.
Con mi pluma, mi aire y mi tinta.

domingo, 28 de marzo de 2010

El hombre de ahora si no funciona la deja,
el hombre de antes daba su vida por ella.

El hombre de ahora ve la distancia como un límite,
el hombre de antes no, e iba en busca de ella montado en
su caballo de color sueños.

El hombre de ahora pregunta la edad,
el hombre de antes pregunta que desea ella.

El hombre de ahora se enamora con los ojos,
el hombre de antes con una simple mirada.

El hombre de ahora no pelea contra los obstáculos,
al hombre de antes simplemente no le importaban.

El hombre de ahora quizás dice cosas que no siente,
pero ella siente que de verdad lo dice.

El hombre de ahora nos hace soñar hasta el cielo,
pero luego terminamos en una pesadilla por los suelos.

Y ustedes mujeres ?
Qué hay de ustedes?

martes, 23 de marzo de 2010

...




Ese día te vi.
Te vi con otra pero no me importó.
Luego te vi solo y quise caer en tus brazos como un bebé sin pecho que succionar.
Como un corazón sin latido.
Como cuando a un rosal le faltan espinas para defenderse de su soledad.
Como cuando a una guitarra le faltan dedos para darle vida a sus cuerdas.
Pero tampoco me importó.
Tu presencia era exquisita de tan solo mirar tus ojos de experiencia.
Sabías de mi presencia porque te hablé, me hablaste, y así nos sumergimos en un momentos de pequeños diálogos.
Tú pintabas, cuadros, sí, recuerdo que eran extraños, para mi ignorancia lo eran. Lo siento por eso, pero no lo lamento, aprender de lo extraño me estremece. Aprender de ti.
Tan extraños como esta sensación que me invade ahora.
Mientras tú pintas yo miro estática, corriendo soló la sangre por mis venas, contemplando cada movimiento de tus manos, tus dedos, su forma gastada y elasticada.
En silencio, para no, quizás, interrumpir tu inspiración tan latente de tu misterioso cuerpo sudando, y que anhelo algún día nazca desde tus ojos mirando los míos.
Y sueño despierta.
Te miro y escribo, pensando en que algún día lo leerás, porque ésa es mi táctica.
Como niña loca que sepas de mi existencia y de la tuya en mi torso cálido.
Y así fue... un día te dije, por decir algo, lo encantador que era tu cuadro.
Te hablé de sus colores, de sus texturas que sólo mis ojos podían describir, me juré especial por un momento.
Con eso pude pasar desapercibida de mi locura, creo. Pero era tanta aquella locura que lo logré, te dejé esta nota y me marché.
Tenía un gran trastorno mental por volver ahí, por volver a avistar tus manos mojadas en colores.
Por un momento me sentí sana.
Solía espiarte dentro del café que se unía paralelamente con tu ventana, pero desde aquella ventana haciendo sonidos con mis labios, tu presencia de frente me invadía cuando cruzabas a paso lento y delicado.
¡QUE LOCURA! ¿Acaso no puedo controlar mis emociones?
¿O acaso me falta un poco de fe y darle coraje a mi cuerpo para hablarle de incoherencias al tuyo?
Era la presencia de ella, me di cuenta de que sí me importaba.
Y me consumían unas ganas de ser ella, o unas ganas de homenajearla.
De ser quien en su completo intento de lujuria pudiese excitarte hasta prestar oídos a tus gemidos a milímetros de mi piel.
Ese día me fui.
Te había visto con ella y si me importó.
No volví a ir.

La noche crujía comos tus costillas entre las mías,
como miles de brazos entre devastación de bosques,
como millones de bombas sembradas en la tierra.

De día el sol ya no existía, el fuego opulento lo reemplazaba sin consentimiento ni del más diminuto centímetro de víscera, entre corazones sangrientos de agonía que cañoneaban sangre no sólo por el interior de su cuerpo, si no que también, y en pocos segundos, por su fachada.

Desparramados como inmundicia entre tierras fértiles.
Inocentes y culpables.
Víctimas de la batalla entre dos mundillos no bienvenidos.
Execrables incompetentes, con vocación de asesinos indoloros,
insensibles, poseídos por potencia. Por la química negativa que gotea por nuestra llave de carne y hueso.

Y como ya no existía ni el calor cálido del sol, ni la luz apasionante de la luna las veinticuatro horas ahora serían perpetuas, eternas y grises, desqueridas, casi despreciadas.

Había que barnizar los soñadores senderos para darles brillo.
Había que derramar más sangre para organizar un color más
cierto.

Un tallo, dos tallos, tres tallos se desvanecían, seis tallos se sacudían por la partidura, doce voces de esperanza.

Y nuevamente se sembraba entre la añoranza kilómetros de suspiros entre la tierra deshidratada, para elevarlos y manifestarlos constantemente a pulso lento en aquel libro de hoja roja escrito por unos cuantos compañeros de esos no olvidados, no encontrados, succionados por el olor amargo de su dulzura intolerable.

Que broten, que broten, que vuelvan a brotar.

viernes, 12 de marzo de 2010




Cántame una canción?
de esas que escucho durante
mi soledad y que acompaña
mi mente sin pedírtelo,
de esas que sin tener que
preguntarte terminas
bailando en mis senderos.

Cántame esos versos que escribimos
juntos, les doy vida... los imagino
mirándome en el reflejo de tus ojos
y aspirando el calor que exhalas desde
tus labios rojos.

Donde las notas me hacen flotar
y cada consonante adjunta con su rima
que entra por mis pulmones se convierte
en un latido más fuerte en mi instrumento
del amor.

Siento que el aire se acaba,
se acaba de no poder pedirte todo aquello
que deseo que hagas, que me digas mujer,
quieres ser mi mujer?

Quiero oscilar entre tus escalas
de vibraciones, acurrucarlas en
nuestros oídos y luego jugar con tu pelo largo,
parecido al corde de un violín, hasta cortarme
los dedos y que me los cures con el
remedio de tu humildad.

Déjame soñar, mi imaginación
es un sueño, un campo de matiz
tierra, un cuerpo de mujer que camina
entre los senderos de tu sutileza corporal.

Hace tiempo que la realidad se hace más lejana
de mis anhelos. Hace tiempo que mis manos
no articulaban con emoción. Hace tiempo
que pensé en escribir con amor.
Hace segundos se cumplió mi cuadro
descolorido y le concedió tonos de
amorío.

Nuestra historia estará interpretada en letras...
el tiempo se hará invisible con estos
recuerdos... no habrá forma de olvidar
el canto que te pedí desde un principio
porque hay testigos de nuestro querer
incompleto.

Ladrón de los buenos que me robas la
calma, pero me regalas las ganas.


jueves, 11 de marzo de 2010


Me preguntó si quería besarlo. Le respondí valientemente que mi boca aspiraba deseos de sacarles sus labios hasta que se ahogase con su sangre. Me miró con furor y agarró el cuchillo sin tener que mirar su posición, como sabiendo de antes dónde estaba, como si aquella escena se repitiese en su vida. No me sobresalté, porque sabía que él no tendría el coraje de descuartizarme hasta quitarme la vida, quizás me cortaría los brazos o abriría mi estómago, pero no sería capaz de dejarme sin respiración. Soy su único deseo. El deseo del cual descansa y cada trozo rojo de mi cuerpo será una dieta distinta para la de él.

viernes, 5 de marzo de 2010



Con el consentimiento de la historia
se une la rudeza y la ternura
deseándose como el papel a la tinta
y en un sentido tan simple y fugaz
como el sol tratando
de pillar a la luna para parir
una estrella inquietante de versos.

Pero la distancia orbital desaparece
con el suspiro hervido de mis pulmones
que bombardean rebeldía y predilección
para un nuevo acompañante...
para un nuevo y esperanzado día.

Y entonces grítame con fuerza
y abundancia para salvarte cuando estés
viviéndome y luego susurrarte cuando
corra con mis pies encarcelados a tus
vocales de luna llena.
A los cristales irrompibles de tus ojos
enajenados de amor.

Revélame la revolución con tus manos
porque con las mías pasaré la sierra
entre mi vientre a intensas cosquillas
de vida eterna mientras que al ritmo
de mi y tu calor voy paisajiando la
tangibilidad de nuestras entrañas
más profundas de lo ordinario.

Libérame ahora de lo que podría
quitarme la libertad en algún mañana
e imaginemos juntos cosas inimaginables,
como oler el runrún de la guitarra
color rosa, rojo, sangre, lucha, batalla,
conquista de pueblo.

Seremos la revolución de los versos,
del párrafo desparrafado,
del arado que deja surcos en nuestros
cuerpos entre millonésimas de
letras y construiremos juntos monos
de letrillas como fríos monos de nieve
para jugar a ser niños y luego entibiarnos
entre los consonantes de la lucha y la dicha.

martes, 2 de marzo de 2010



A la luz de la vela va golpeando
curiosamente mi instinto
la oscuridad del infinito.

Como tinta sobre papel
va cayendo la esperma
sometida a mi respiro aguantado
por siglos.

Voy observando el paralelo pasaje
que se ilumina con la luz sepia de la luna
asimilándose con mi espíritu intranquilo.

Mientras que con los ojos nebulosos
le dedico lágrimas al lejano universo
que me responde con silencio virtuoso.
Donde quiera que esté el llanto
lo siento cerca con quebranto.

La distancia tangible se distorsiona
con la cercana angustia de los olvidados
no encontrados, de aquellas almas flotando
en el olvido desaparecido, pero recordadas
anónimamente en mi mente.

¿¡Qué será entonces de nuestros hermanos!?
Diosito no creíble les dio una palmadita insensata
a sus cuerpos desnudos en plena noche
con las estrellas gobernando reflejadas en
el mar desde el cielo afligido.

Quisiera por aquello darles alas de de halcón
a mi mente para que vuele hasta el otro horizonte,
ir el devenir de mi angustia entrañosa para que
salga de cuerpo entero y entregue calor
a los mosqueteros del olvido en plena presencia
de dolor en resistencia.

Y así mismo mi ausencia está despertando
entonces para mostrar su rostro esperanzado
con bravura y aventura hacia los más
esperados del abandono para que
me encuentren con la mirada alzada
hacia un despertar de sueños en pleno
cansancio sujeto con el deseo de dormir.

Despertaos desde adentro, silbaré entonces.