Los indeseables seres de esta falsa idiosincrasia conocidos como los insurrectos y despreciables revolucionarios cuentan que existe un cáncer propagándose social-mente entre supuestos insurrectos y revolucionarios. Clones infectados se despliegan débilmente deambulando entre tumbas de cristal corrompido, vitrinas insolubles, invisibles, insensatas, desmoronando doctrinas emergentes de suburbios históricamente rebelados contra estatutos inservibles del poder inquisidor.
La peste depende directamente de la rebelión mental que lleva consigo mismo ciertas razones lógicas que demuestran al ser esencial que efectúa ésto luchando constantemente con su propia consciencia y razón y el entorno que lo ataca tratando de sumirlo y consumirlo hasta la muerte psicológica del ser en su totalidad.
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