Descendientes luminosos del sol

surgen radiantes ante el monstruo

que golpea atravesando el alma tibia

de unos cuentos seres apagados sin SER.

Las convergencias frías del aliento marino

del lado sur soplan frescos e invisibles

pariendo un nuevo sol.

Sopla, sopla, respira, respira,

la noche brilla, como el sol de día,

como el aire de un nuevo mañana,

despiertan los sentidos hambrientos

de vida del nuevo amanecer,

abundan los sueños que preparan sus

alas para deslizarse por los cielos,

pero cuidado con las piedras del camino

si tropiezas párate y prepárate,

maldice tu rabia, pinta el gris de las piedras

con los colores del alma.

Tu interior es sinónimo de fuego,

tu cuerpo es sinónimo de instrumentos.

Cae monstruo, se escucha a lo lejos,

en tu corazón está la llama y no se

apagará, respira, líbrate de tus cadenas,

esas llamas arden en ti,

propágala a tus arbustos hermanos,

nacimos de una misma madre.

Despójate del molde.

No hay táctica más sincera

que grita el ser que te espera.

Empuña tu mano, destruye

los estatutos y con sus escombros

construye, empieza de nuevo

y así que sean todos los días de tus

amaneceres.